11 de diciembre

Puebla, México. 

¡Nace Elena Garro! 

Mujer escritora, guionista, poeta, periodista, bailarina, reconocida como parte de las creadoras del realismo mágico. 

Hija de Esperanza, mexicana y José Antonio, español. Fue criada en Iguala, Guerrero, siendo la tercera de cinco hermanos. En su adolescencia, entre los 12 y 13 años, regresó a la Ciudad de México para realizar sus estudios primarios y secundarios. Posteriormente, estudió en la preparatoria y más adelante, ingresó a la carrera de letras españolas de la misma universidad, pero quedó inconclusa, debido a que contrajo matrimonio con Octavio Paz, quien la violentó desde el inició del casamiento. 

En 1939 dio a luz a su hija Laura Helena P. Garro, que se convertiría en su amiga y confidente. Helena P. Garro presenció y vivió violencia física y psicológica por parte de su padre, Octavio Paz, entendiendo así que su padre no era lo que presumía ante las personas para lograr sus cometidos políticos y literarios. 

En 1957, Elena se separa de Octavio y comienza una vida más activa continuando la creación de guiones, novelas, cuentos y obras de teatro.

En 1968, Elena fue exiliada de México por acusaciones de intelectuales que provocaron un rechazo a la escritora aunque su postura se trataba de la crítica a los líderes de movimientos que no salían de sus escritorios en los momentos donde se requería. 

Vivió 20 años fuera de México con su hija. Durante esos años continúo escribiendo. 

Elena Garro escribió, dentro de sus relatos, temas que trastocaban a la sociedad mexicana de la época, como la marginación de la mujer, la libertad femenina y la libertad política. 

Durante su carrera literaria, se le catalogó como precursora del realismo mágico junto a María Luisa Bombal, término que despreciaba porque consideraba que «era una etiqueta mercantilista que le molestaba, porque decía que el realismo mágico era la esencia de la cosmovisión indígena, por lo tanto nada nuevo bajo el sol», explicaba su biógrafa Patricia Rosas Lopátegui. 

Elena no tuvo durante su vida el reconocimiento merecido. Algunas personas la consideran la escritora mexicana más importante junto a Sor Juana Inés de la Cruz.

Se señala que su novela Los recuerdos del porvenir (1963), que está escrita cuatro años antes que Cien años de soledad, es el inicio del realismo mágico.

Escritoras y estudiosas han señalado las similitudes entre situaciones en la novela de Gabriel G.M, entre ellas, las mariposas amarillas, que están en la novela de Elena, escrita años antes y que actualmente se le atribuyen al escritor. 

Algunas obras de Elena no fueron publicadas debido a que su ex esposo, Octavio Paz, le pedía quemarlas pues le parecían una genialidad con la que él no podía competir. 

Algunos fragmentos:

“A Isabel le disgustaba que establecieran diferencias entre ella y sus hermanos. Le humillaba la idea de que el único futuro para las mujeres fuera el matrimonio. Hablar del matrimonio como de una solución la dejaba reducida a una mercancía a la que había que dar salida a cualquier precio.”

“El porvenir era la repetición del pasado. Inmóvil, me dejaba devorar por la sed que roía mis esquinas. Para romper los días petrificados solo me quedaba el espejismo ineficaz de la violencia, y la crueldad se ejercía con furor sobre las mujeres, los perros callejeros y los indios. Como en las tragedias, vivíamos dentro de un tiempo quieto y los personajes sucumbían presos en ese instante detenido. Era en vano que hicieran gestos cada vez más sangrientos. Habíamos abolido al tiempo”

“Una generación sucede a la otra, y cada una repite los actos de la anterior. Sólo un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera, para luego despertar y empezar un dibujo diferente. Y descubren también que hubo un tiempo en que pudieron poseer el viaje inmóvil de los árboles y la navegación de las estrellas, y recuerdan el lenguaje cifrado de los animales y las ciudades abiertas en el aire por los pájaros.”

“El pasado ofrecía el encanto de lo irrecuperable. Lo perdido se convierte en algo precioso, en algo apenas entrevisto, evocado casi a voluntad, en la esencia más pura del presente.”

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