25 de enero

Londres, Inglaterra

¡Nace Virginia Woolf!

Mujer poeta, novelista, escritora de ciencia ficción.

Los padres de Virginia Woolf habían estado casados previamente y habían enviudado, en consecuencia, el hogar tenía hijos de los tres matrimonios. Julia tenía tres hijos de su primer matrimonio y otros cuatro hijos contando a Virginia: Vanessa, Thoby y Adrián.

La joven Virginia fue educada por sus padres. Aunque no fue a la escuela, recibió clases de sus padres, profesores y eminencias, fue criada en un entorno lleno de las influencias de la sociedad literaria victoriana. Además, acompañando a estas influencias, estaba la inmensa biblioteca de la casa de los Stephen, de la que Virginia y Vanessa (a diferencia de sus hermanos, que recibieron una educación formal) aprendieron los clásicos y la literatura inglesa.

Sin embargo, según las memorias de Virginia, sus recuerdos más vívidos de la infancia no fueron de Londres sino de St Ives en Cornualles, donde la familia pasó sus vacaciones de verano. 

La casa de veraneo tenía vistas a la playa y al faro. 

Pronto padeció Virginia la primera de sus depresiones, con la repentina muerte de su madre, en 1895, cuando Virginia tenía trece años, y la de su medio hermana Stella dos años después, quien había tomado las riendas del hogar familiar tras la muerte de Julia. La muerte de su padre por cáncer provocó un ataque en ella y fue ingresada.​ Sus crisis nerviosas y posteriores períodos recurrentes de depresión, según se ha sugerido, estuvieron también influidos por los abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa padecieron a manos de sus medios hermanos. Las circunstancias exactas no se conocen bien, pero se cree que contribuyeron al problema psicológico que sufrió la autora: un trastorno bipolar. A lo largo de su vida, Woolf se vio acosada por periódicos cambios de humor y enfermedades asociadas. Y, aunque esta inestabilidad a menudo influyó en su vida social, su productividad literaria continuó con pocas interrupciones.

Virginia comenzó a escribir profesionalmente en 1905, desde su primera novela, Virginia ya se muestra dispuesta a romper los esquemas narrativos precedentes, pero apenas mereció consideración por parte de la crítica. Solo tras la publicación de La señora Dalloway y Al faro la crítica comenzó a elogiar su originalidad literaria. En estas obras llama ya la atención su afán experimental que introducía además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propias de la poesía. 

Virginia vivía con su hermana Vanessa en un barrio londinense el cual se convirtió en centro de reunión entre los que figuraban intelectuales reconocidos y mostraban rechazo hacia la clase media alta a la que pertenecían. En ese círculo, conoció a la escritora y jardinera Vita Sackville-West, esposa de Harold, un hombre homosexual. Virginia y Vita, sostuvieron una relación de amantes que duró la mayor parte de los años 20s.​ En 1928, Woolf regaló a Sackville-West la obra Orlando considerada por el hijo de Vita como «la carta de amor más larga y encantadora en la historia de la literatura». Después de que acabó su romance, las dos mujeres siguieron siendo amigas hasta la muerte de Woolf, en 1941. 

Virginia experimentaba con la estructura temporal y espacial de la narración, en sus novelas, escribía monólogo, por el que se intenta representar los pensamientos de una en su sentir, tal y como surgen en la mente. Además fue pionera en la reflexión sobre la condición de la mujer y las relaciones de la mujer con el arte y la literatura.

Algunos fragmentos: 

“La vida es sueño; el despertar es lo que nos mata”.

“No es necesario apresurarse.

No es necesario brillar.

No es necesario ser nadie más que una misma.»

“Como mujer no tengo patria, como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo.”

Virginia era fiel creyente de que escribiendo era como se conocía una misma y en su diario ella escribió:

En mi fuero interno, no tengo la menor duda de que he descubierto la manera de comenzar a decir algo (a los cuarenta años) con mi propia voz; y esto me interesa de tal manera que creo que puedo seguir adelante sin necesidad de elogios.

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