Las mujeres que leen son peligrosas, dice Stefan Bollman, porque al leer nos damos cuenta de que el mundo no es el que nos enseñaron, la vida no es lo que nos dijeron, y nos rebelamos.
Las mujeres que escribimos también somos peligrosas: porque nos hacemos presentes en un sistema que nos ha robado nuestra visibilidad, nos volvemos referentas para las mujeres y niñas del futuro y así contribuimos a qué se validen a sí mismas como autoras, porque cuando una mujer cuenta su historia, cuenta las historias de 100 mujeres más, porque nombramos a las mujeres de nuestra ginealogía, porque con cada verso desestabilizamos el orden patriarcal, porque damos a conocer la versión de la historia que ha sido ocultada, porque ponemos en manifiesto los silencios que nos pusieron en las bocas y derrumbamos en cada oración y verso sus falsos papeles de genios que se han colgado los hombres como medallas. Las mujeres que escribimos somos peligrosas para el patriarcado.


Nunca olviden que son poderosas, sus poemas importan.

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