Supongamos que eres una deportista talentosa y tienes la oportunidad de concursar en grandes campeonatos junto con otras mujeres fuertes y poderosas y ganas muchas veces, digamos que 22, 23, 23 premios/títulos. 

Todas las niñas y mujeres te admiran, hablan de ti, celebran contigo. ¡Eres quien tiene más campeonatos ganados en el mundo! ¡Qué orgullo!

Entonces llega un hombre y gana también un título más en su lista del mismo deporte, a él lo nombran como quien tiene más títulos del mundo. Pero tú tienes más, ¿cómo? Pues es que para los señores que otorgan el premio, tú, mujer, no puedes tener ese título. Tu título debe ser algo así como «la mujer con más campeonatos». 

El deporte está muy relacionado con la misoginia, el machismo y la violencia patriarcal, a la demostración de poder. Las reglas siempre las han puesto ellos en las federaciones, ligas, campeonatos, mundiales y comunidades. 

El deporte está lleno de decepciones que se van normalizando y así creces en el entorno deportivo. De repente lo que disfrutabas de niña ya no es tan divertido porque hay alguien siempre diciéndote que no eres suficiente, que si quieres aplastar a tu rival (como si eso nos importara a nosotras), debes mejorar como te dice, que eres tonta, débil, que no eres un hombre. 

Y después de tanto escucharlo, llega un momento en el que tu sueño se convierte en ser “tan buena como ellos”, todo lo demás ya no es tan importante. Lo más bonito, se esfuma. 

Pero, ¿sabes? No importa lo mucho que nos quieran empequeñecer. Hoy sabemos que en fútbol soccer (goleadoras impresionantes), atletismo (mujeres corriendo incluso embarazadas), deportes de contacto (no fingimos caernos cada 3 segundos), etc., ¡somos las más poderosas! 

Ya no seguimos sus juegos, tampoco deseamos fervientemente aplastar a nuestra rival, nosotras queremos jugar y divertirnos y aunque es una bajeza lo que ha sucedido con los títulos a ellos y a nosotras, en realidad, no estamos interesadas en los premios inventados por los señores. 

No necesitamos más que nuestra resistencia y rebeldía, conocer nuestra fuerza y saberla usar. Porque ellos tiemblan de miedo cuando se enteran de que la persona que más slams ha ganado, es una de nosotras y ellos nunca van a saber lo que significa hacer un deporte con cambios hormonales por nuestra menstruación, menopausia, embarazos, etc.

Nombrémoslo y recordémoslo: lo que ellos hacen, nosotras podemos hacerlo sangrando, embarazadas o con desajustes hormonales, lo que ellos hacen podemos hacerlo, aunque nos pongan el pie diez veces más que a un deportista varón. 

Sabemos nuestro poder. No necesitamos más. 

Celebramos a todas las mujeres que han llegado alto en el mundo del deporte, a las que están por llegar y a las que se quedaron en el camino lleno de piedras. 

Las admiramos a todas y a cada una.

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