31 de octubre 

Huai’an, China

¡Nace Katherine Paterson! 

Mujer novelista de literatura infantil, conocida por su obra Un puente a Terabithia inspirada en la historia real de su propio hijo y su amiga Lisa Hill, que murió a los ocho años de edad al ser alcanzada por un rayo en una playa. 

Katherine fue hija de misioneros que debieron huir de China por la guerra contra Japón, estableciéndose en Estados Unidos. Obtuvo un grado en inglés, luego pasó un año en una escuela rural de Virginia antes de graduarse. Posteriormente obtuvo una maestría y trabajó cuatro años como misionera en Japón. Su primera novela fue escrita mientras tomaba un curso de escritura creativa para adultos. Katherine Paterson cree que los libros infantiles deben ocuparse de temas contemporáneos y realistas; en sus novelas, sus jóvenes protagonistas enfrentan crisis en las que aprenden a triunfar a través del sacrificio personal. 

Paterson, a diferencia de muchos otros autores de novelas para adultos jóvenes, aborda temas que a menudo se consideran adultos, como la muerte y los celos. Aunque sus personajes se enfrentan a situaciones terribles, Katherine escribe con compasión y empatía. En medio de su escritura sobre la miseria y la lucha, entrelaza su escritura con un ingenio irónico y humor. Tras enfrentarse a tumultuosos acontecimientos, sus personajes triunfan y se redimen. 

Los protagonistas de Paterson suelen ser niños huérfanos o distanciados con solo unos pocos amigos que deben enfrentar situaciones difíciles en gran medida solos. Las tramas de Paterson pueden reflejar su propia infancia en la que se sintió extrañada y sola.

Algunas frases:

“La lectura puede ser un camino hacia la libertad o la llave de un jardín secreto que, si se cuida, transformará toda la vida”.

“A veces le parecía que su vida era delicada como un diente de león. Una pequeña bocanada desde cualquier dirección, y voló en pedazos”.

“Ella lo había engañado. Ella lo había hecho dejar atrás su antiguo yo y venir a su mundo, y luego, antes de que él estuviera realmente en sí mismo, pero demasiado tarde para regresar, lo había dejado varado allí, como un astronauta vagando por la luna. Solo.»

“Las palabras son el mayor recurso natural de la humanidad, pero la mayoría tenemos problemas para descubrir cómo juntarlas. Las palabras no son baratas. Son muy preciosas. Son como el agua, que da vida y crecimiento y refrigerio, pero como siempre ha sido abundante, la tratamos a bajo precio. La desperdiciamos; la contaminamos y la manipulamos. Después le echamos la culpa a la calidad del agua porque la hemos usado mal”.

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