12 de noviembre
San Miguel Nepantla, Nueva España, (México).
¡Nace Juana Inés de la Cruz!
Mujer lesbiana, poeta, escritora y monja.
Juana Inés fue la segunda de tres hermanas. Se sabe que sus padres nunca se unieron en matrimonio eclesiástico. Su madre, Isabel Ramíre al poco tiempo, se separó y, posteriormente, procreó otros tres hijos con un hombre a quien tampoco desposó.
De niña pasó su infancia entre Amecameca, Yecapixtla, Panoaya —donde su abuelo tenía una hacienda— y Nepantla. Allí aprendió náhuatl con los habitantes de las haciendas de su abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. El abuelo de sor Juana murió y su madre tomó las riendas de las fincas. Asimismo, aprendió a leer y escribir a los tres años, al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.
Pronto inició su gusto por la lectura, gracias a que descubrió la biblioteca de su abuelo. Su afán por saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a esta.
Juana Inés vivió con María Ramírez, hermana de su madre, entonces comienza su periodo en la corte, que terminará con su ingreso a la vida religiosa. La corte virreinal era uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato. Allí, como dama de compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrolló su intelecto y sus capacidades literarias. En repetidas ocasiones escribía sonetos, poemas y elegías fúnebres, a Juana Inés se le conocía como «la muy querida de la virreina.
A finales de 1666 llamó la atención de un padre quien, al saber que la jovencita no deseaba casarse, le propuso entrar en una orden religiosa. Después de un intento fallido con las carmelitas, ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada. Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas, como las de Leonor de Carreto, que nunca dejó de encontrarse con ella.
En 1673 el virrey y su esposa son relevados de su cargo y en Tepeaca, durante el trayecto a Veracruz, fallece Leonor de Carreto. A ella dedicó sor Juana varias elegías, entre las que destaca «De la beldad de Laura enamorados».
En 1680 se le encomendó a Sor Juana la confección del arco triunfal que adornaría la entrada de los virreyes, quienes le ofrecieron su protección y amistad, especialmente la virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes, quien fue muy cercana a ella. Los denominados “poemas de amistad” o “cortesanos” se dedican, en la vasta mayoría de los casos, a ensalzar a la gran amora y mecenas de Sor Juana: la marquesa de la Laguna, a quien ella motejaba como «Lisi”.
Entre 1690 y 1691 se vio involucrada en una disputa teológica a raíz de una crítica privada que realizó sobre un sermón de un conocido predicador jesuita. Esto provocó que hiciera una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación.
Para 1692 y 1693 comienza el último período de la vida de sor Juana. Sus amigos y protectores han muerto: el conde de Paredes y diez monjas del Convento de San Jerónimo. Ocurrió un extraño cambio: dejó de escribir y pareció dedicarse más a labores religiosas. Hasta la fecha no se conoce con precisión el motivo de tal cambio; se dice que debido una mayor dedicación a las cuestiones sobrenaturales o, en cambio, por una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual fue condenada a dejar de escribir. No han existido datos concluyentes, pero sí se ha avanzado en investigaciones donde se ha descubierto la polémica que causó la Carta atenagórica. Su propia penitencia queda expresada en la firma que estampó en el libro del convento: «yo, la peor del mundo». A principios de 1695 se desató una epidemia que causó estragos en toda la capital, pero especialmente en el convento. De cada diez religiosas enfermas, nueve morían. Sor Juana cae enferma poco tiempo más tarde, pues colaboraba cuidando a las monjas enfermas. Falleció a las cuatro de la mañana del 17 de abril.
En la lápida se colocó la siguiente inscripción:
En este recinto que es el coro bajo y entierro de las monjas de San Jerónimo fue sepultada Sor Juana Inés de la Cruz el 17 de abril de 1695.
Algunos fragmentos:
“Yo adoro a Lisi, pero no pretendo/ que Lisi corresponda mi fineza;/ pues si juzgo posible su belleza,/ a su decoro y mi aprehensión ofendo.
No emprender, solamente, es lo que emprendo:/ pues sé que a merecer tanta grandeza/ ningún mérito basta, y es simpleza/ obrar contra lo mismo que yo entiendo.”
“Con el dolor de la mortal herida,/ de un agravio de amor me lamentaba,/ y por ver si la muerte se llegaba/ procuraba que fuese más crecida.”
“Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,/ como en tu rostro y en tus acciones vía/ que con palabras no te persuadía, / que el corazón me vieses deseaba.”