6 de junio

Boston, Massachusetts.

¡Nace Annie Adams!

Mujer escritora, novelista y filántropa que decidió compartir su vida con una mujer después de la muerte de su esposo. 

Fue la sexta de siete hijos de Sarah y Zabdiel. Cuando era niña, se matriculó en una escuela para señoritas en donde la animaron a leer; aprendió italiano, desarrolló un interés en la autoexpresión y llegó a apreciar la naturaleza.

Se casó con James T. Fields. En su casa en 148 Charles Street en Boston, estableció un salón literario regular donde se reunían autores. 

Annie además fundó Holly Tree Inns, cafeterías que pensaban en la gente necesitada, servían comidas económicas y nutritivas, y Lincoln Street Home, una residencia segura y económica para mujeres trabajadoras solteras.

Después de la muerte de su esposo, Annie siguió ocupando el centro de la vida literaria de Boston. Su amiga más cercana era Sarah Orne Jewett, una novelista y escritora de cuentos con quien tuvo una relación y vivió por el resto de la vida de Sarah (Sarah murió en 1909). 

Sarah pasó el primer invierno 1881-1882 con Annie en su casa de Boston inmediatamente después de la muerte de su esposo. A partir de entonces, compartieron sus hogares y viajaron juntas. Hay especulaciones sobre la naturaleza de su relación. La escritora inglesa Mary Cowden Clarke se refirió a Fields y Jewett como una «pareja de mujeres», pero se las denominaba más comúnmente como «matrimonio de Boston». Después de la muerte de su amiga, Fields publicó Cartas de Sarah Orne Jewett en 1911, aunque se eliminaron pasajes profundamente personales después de la insistencia de un amigo suyo. 

La importancia literaria de Fields radica principalmente en dos áreas: una es la influencia que ejerció sobre su esposo en la selección de obras para ser publicadas por Ticknor and Fields, la principal editorial de la época. Y su juicio como reflejo del punto de vista de una mujer en una editorial. 

Algunas frases:

“El mar brillante lavó bajo sus pies,/ Como lo había hecho antaño,/ El dulce olor bien recordado/ Llegó a través de su puerta abierta.”

“¿Puedes oír al gorrión en la calle/ Cantando sobre las tumbas? ella dijo. / Él conoce mi alegría, conoce mi dolor,/ aunque la primavera haya terminado y el verano esté muerto.»

Su nota tiene un repique que todos no pueden oír,/ Y nadie puede amarlo mejor que yo; / Porque me canta cuando la tierra está triste, / Y la alegría hasta la muerte.”

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