7 de abril 

Vicuña, Chile. 

¡Nace Gabriela Mistral!

Mujer poeta, profesora y pedagoga. 

Gabriela Mistral nació con el nombre de Lucila de María Godoy Alcayaga.​ Toda su infancia la pasó en diversas localidades del valle de Elqui, en la actual Región de Coquimbo. A los diez días, sus padres se la llevaron desde Vicuña al cercano pueblo de La Unión. Entre los tres y los nueve años, Mistral vivió en la pequeña localidad. Sería este lugar el que Mistral consideró su ciudad natal; la poeta se refería a él como su «amado pueblo» y fue allí donde pidió que le dieran sepultura. Por el lado de su madre, Gabriela Mistral tuvo una media hermana mayor, Emelina, quien fue su primera maestra. En 1904, comenzó a trabajar como profesora ayudante y a enviar colaboraciones un diario. Gabriela no estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello. 

Gabriela publicó el poema «Tristeza», resume el sentir del rechazo. Además, escribe el poema «Rimas». El mismo año, Mistral comenzó a escribir sus famosos «Sonetos de la muerte», premiada y reconocida. Desde entonces utilizó el seudónimo literario «Gabriela Mistral». 

Desempeñó el cargo de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena. Además, como destacada educadora, visitó México, Estados Unidos y Europa estudió las escuelas y los métodos educativos de estos países. 

En 1924, publicó en Madrid Ternura, libro en el que practicó una novedosa «poesía escolar», renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (por ejemplo, canciones de cuna, rondas, y arrullos) desde una poética austera y muy depurada. Petronila Alcayaga, su madre, murió en 1929, por lo cual le dedicó la primera parte de su libro Tala.

En el ámbito más íntimo existen documentos que reflejan relaciones amorosas/ románticas con mujeres. Una de sus relaciones más relevantes es la que mantuvo con Doris Dana. Ambas se conocieron en 1949, luego de comunicarse vía cartas desde 1948. Se mantuvieron inseparables hasta el fallecimiento de la poeta, en 1957. En su testamento, Dana fue nombrada como albacea y custodió el legado de la poeta por más cincuenta años.

Algunos fragmentos:

“El mundo fue más hermoso desde que me hiciste aliada, cuando junto de un espino nos quedamos sin palabras ¡y el amor como el espino nos traspasó de fragancia.»

“Hay sonrisas que no son de felicidad, sino una manera de llorar con bondad.”

“El amor a las niñas enseña más caminos a la que enseña, que la pedagogía.”

Ella misma habla sobre escribir:

“Escribir me suele alegrar…

es la sensación de haber estado unas horas en mi patria real, en

mi costumbre, en mi suelto antojo, en mi libertad total”.

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