5 de octubre
París, Francia/ Venezuela.
¡Nace Teresa de la Parra!
Mujer escritora y novelista, que con su novela más conocida, Ifigenia, planteó por primera vez en el país el drama de la mujer frente a una sociedad que no le permitía tener voz propia y cuya única opción de vida, era el matrimonio.
Teresa de la Parra fue la primera hija de Isabel Sanojo Ezpelosim de Parra, venezolana. Tuvo cinco hermanos: dos hermanos mayores y tres hermanas menores, Isabelita, Elia, y María del Pilar. Nació en París, porque en ese entonces sus padres se encontraban fortuitamente en esta ciudad. La familia volvió a Venezuela cuando De la Parra ya tenía dos años de edad.
Su familia formaba parte de la aristocracia venezolana, Teresa pasó su infancia en la hacienda caña El Tazón, seis años después, muere su padre. A sus once años su familia decide fijar residencia en Europa.
Teresa es internada en un colegio religioso. Allí comienza a expresar su inquietud por la poesía. Las obras literarias de Teresa de la Parra fueron altamente influenciadas por las mujeres francesas escritoras, Gyp, Marcelle Tynaire, Sidonie-Gabrielle Colette y Ana de Noailles. A la edad de 19, el poema que escribió para celebrar «el día de la beatificación de la Venerable Madre Magdalena Sofía Barat» la llevó a ganar el primer premio.
En 1910, regresan a Caracas. Viven en una casa de estilo colonial, la joven escritora toma apuntes sobre los modismos del español caraqueño, de sus maneras, de sus variantes. Tiene una gran fascinación por el habla coloquial.
En 1915 bajo el seudónimo de Fru-Fru, de la Parra publicó dos cuentos y en 1920 publicó su «Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente», que en realidad es una ficción basada en las cartas enviadas por su hermana. Ese mismo año, de la Parra publicó «Mama X» en un concurso nacional de cuentos. En vista de su éxito, es invitada a publicar «Diario de una señorita que se fastidia» que tuvo gran éxito.
En 1923 se traslada a París y publica bajo el seudónimo de Teresa de la Parra, su primera y más famosa novela, Ifigenia. El nombre Teresa provenía directamente de una serie de mujeres de su familia que llevaban este nombre, comenzando con su tatarabuela.
Su fama creció hasta convertirse en una de las escritoras más destacadas de Latinoamérica y colocarse al lado de Gabriela Mistral, con quien mantuvo una estrecha amistad. En 1927, fue invitada a Cuba para dar una conferencia, fue entonces cuando se encontró con alguien que tendría un papel importante en su vida, Lydia Cabrera. En 1929 publicó su segunda novela, Memorias de Mamá Blanca en español y en francés.
La crítica Rose Anne Mueller compara a Teresa de la Parra con la novelista Jane Austen. Además, sugiere Mueller, «De la Parra fue muy por delante de su tiempo de varias maneras.”
Teresa de la Parra pasó muchos años en las instituciones médicas. Desafortunadamente, la muerte le llegó en una casa de Madrid donde gente entraba y salía de su casa, perturbando la paz y la tranquilidad que le gustaría haber tenido. A pesar de que el ambiente en el que estaba podría haber sido mejor, Teresa murió acompañada de su madre, su hermana y Lydia Cabrera de quien no se separó hasta el final.
“Tengo un alma profundamente naturista y adoro con ella la verdad sencilla de las cosas”.
“Los recuerdos no cambian es Ley de todo lo existente. Si nuestros muertos, los más íntimos, los más adorados, volviesen a nosotros después de muchos años de ausencia y arrasados los árboles viejos hallasen en nuestras almas jardines a la Inglesa y tapias de mampostería, es decir, otros afectos, otros gustos, otros intereses, doloridos nos contemplarían un instante y discretos, enjugándose las lágrimas, volverían a acostarse en sus sepulcros.”
“Soy la señorita Grano de Polvo, bailarina del Sol. Sé demasiado que mi alcurnia no es de las más brillantes. Nací en una grieta del piso y nunca he vuelto a mi madre”.
“¡Ah! ¡La muerte!… No es el silencio quien camina en la noche, no, ¡mentira! es ella… es la muerte… ¡sí! ¡la muerte!… Y los relojes son los únicos que tiene oídos para escuchar sus pasos… Por eso los repiten siempre a todas horas.”