27 de mayo
Estados Unidos, Nueva York
¡Nace Julia Ward!
Mujer poeta, escritora, abolicionista y activista, defensora de los derechos de las mujeres.
Hija de Julia de Rush Cutler, a quien conoció poco tiempo, pues falleció cuando ella era pequeña. Al crecer se casó con un hombre 20 años mayor que la obligó a adaptarse a la idea de mujer casada, al querer separarse, la amenazó con alejarla de sus hijos tal y como establecía la ley de divorcio y la práctica estándar y común en ese momento.
En su aislamiento, estudió Filosofía, aprendió varios idiomas así como la educación y el cuidado de sus hijos. Después publicó de forma anónima «Flores de Pasión», una colección de sus poemas, cuando la identidad de la autora se supo, su esposo quedó desolado por lo que percibió como un desafío a su autoridad marital. Cuando enviudó en enero de 1876, escribió en su diario las palabras: “Inicio hoy mi nueva vida”.
Ayudó a fundar clubes de la Federación General de Mujeres. Se involucró en otras causas como el apoyo a libertad ruso y los armenios en las guerras turcas
También es conocida por haber escrito la letra de la canción The Battle Hymn of the Republic y por su Proclama para el día de las madres.
Julia Ward falleció en 1910. Cuatro mil personas asistieron a su funeral.
Proclama del día de las madres:
¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales.