Tremenda mentira que nos contaron cuando nos dijeron que utilizar la letra «e» en lugar de la «o» hace alguna diferencia con el problema de la invisibilización de las mujeres en la lengua, y, por tanto, en la cultura.
Asegurar que existe un sujeto neutro nos regresa en automático a la difusión de una sola visión del mundo como única, y esa visión es la de los hombres. Las mujeres no somos un tipo de hombres, ni existimos a través de las definiciones que ellos han construido sobre nosotras. Para nombrar nuestras existencias y experiencias no podemos darnos el lujo de seguir cediendo a las trampas del patriarcado que busca maquillar al falso «sujeto universal» como neutro, cambiando la «o» por la «e».
No podemos seguir jugando a neutralizar la diferencia, porque con ello, seguimos borrándonos para no incomodar. En la “e” no existimos las mujeres, no es así como haremos visible nuestra existencia, en esta lengua que hablamos es la letra “a” la que nos nombra, hagamos visible nuestras presencias, nuestras existencias, que no nos vuelvan a ordenar ni a exigir de que desaparezcamos
Dice Luce Irigaray que «la lengua no debe neutralizar ni abolir la diferencia sexual, sino ponerla de manifiesto, porque neutralizar el género gramatical supone abolir la diferencia entre las subjetividades sexuadas».